
Todo el casco histórico se convirtió durante ese fin de semana en un gran boulevar, la iglesia Santa Inés se erguía majestuosa con sus puertas abiertas y misas constantes. Todas las familias de la zona se involucraron en la fiesta, las empresas mas representativas de la ciudad Instalaron cada una de ellas un Stand (quiosko) con motivos alegóricos a la Cumaná de principios del siglo XX y en donde se vendían dulces y licores tradicionales de todo tipo, estos quioscos se decoraban con múltiples antigüedades como: Fonógrafos, maquinas de escribir, teléfonos,"picós", pilones, anafes, planchas e incluso vehículos de época y las personas que los atendían estaban ataviadas con trajes de la época al igual que los habitantes de muchas casas de la zona. Se instaló un bazar con juegos de azar, por allá por la calle San Francisco que entre otras cosas ofrecía una especie de gitana que podía leer la fortuna de los transeúntes que lo desearan por una módica suma, se podía caminar con tranquilidad por las calles ya que estaban iluminadas y vigiladas por la policía. En el castillo se instalaron guías turísticos que contaban historias y anécdotas de la época del terremoto de 1929, en otras palabras, una gran regalo para los 479 años de la Fundación de Cumaná. Ahora bien, si todo lo descrito aquí se realizó en su primera edición ¿porqué a 16 años de dicho evento la majestuosidad del evento ha desmejorado sustancialmente? y tanto ha sido así que la fecha de celebración de las mismas es movida a voluntad y conveniencia de un personaje político, que para colmo ni siquiera es Cumanés. Lo que nació como un evento de participación social sin precedentes, se ha convertido en una pantomima política con otros fines mezquinos. Así vemos como se invierten millonadas en la contratación de grupos y artistas nacionales e internacionales y poco se le invierte a la verdadera protagonista del evento "mi querida Cumaná".
"Ay, Cumaná quien te viera".
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